En el tiempo que te toma leer estos párrafos, una persona extraña está preparando la clase para enseñar a tu hijo/a esta semana.
En todo el mundo hay personas que en este mismo instante, están dejando de lado su “tiempo libre” para planificar y preparar un tema para compartir su conocimiento con tus seres queridos. ¡Cuánto trabajo, y cuánta responsabilidad! Están esperando llegar a ese salón, para culturizar, colaborar en la prosperidad, y ayudar a forjar el futuro de tu hijo/a con su mínimo granito de arena.
Como alumna y también como docente, alguna vez presencié situaciones donde un profesor llama la atención al alumno…
A veces frente a sus padres.
Y grande ha sido mi sorpresa cuando los progenitores, sin dejar un segundo en tela de juicio, rechazan el llamado de atención y “defienden” a sus hijos frente al profesor.
A veces solo al alumno.
Y un efecto yo-yo velocísimo se apodera del estudiante: “Pero profe!!” buscando esquivar el reto.
Y entiendo. ¡A quién le gusta que lo corrijan! ¿Quién quiere que se le llame la atención?
La vida me ha mostrado cuántas veces el consejo es bueno, y puede construir a la persona. Y por otro lado, he vivido en carne propia el amor del docente por sus alumnos. Ese amor que no se paga con horas extra. Ese amor que no conoce fin de semana cuando hay exámenes o tareas que corregir. Ese amor interesado por el sencillo bienestar del alumno.
Si Ud. es padre: Sólo le pido un minuto.
Escuche atentamente. Posiblemente paso más tiempo con su hijo, que Ud. cada semana. (¡Espero recordar esto cuando sea madre!)
Si sos un alumno/a: Sólo te pido un minuto.
Identificá a tus buenos maestros. Escuchá y recibí la mentoría. Que este consejo no es sólo para el aula, es también para la vida.
“Rechazar la corrección es despreciarse a uno mismo; atender a la reprensión es ganar entendimiento.” Proverbios 15:32
Ph: Canal de Youtube del San Ignacio de Loyola School Paraguay https://www.youtube.com/watch?v=MZSPIVpgjqk